Se vende Sevilla
⊆ 20:37 by Juanjo Madrigal | ˜ 2 comentarios »Hace un par de siglos, Prosper Mérimée paseó a su famosa Carmen por las angostas calles de Sevilla. Aquella ciudad que un día fue puerto de lo que se conocía como el Nuevo Mundo, es hoy punto de encuentro de culturas, arte y tradición. Tras el letargo del invierno, la ciudad ultima, a día de hoy, su Semana de Pasión.
Todo pasa y todo queda
Y como las cosas pasan, para observar el paso por la carrera oficial de los tronos está la Giralda: torre-campanario de la catedral de Sevilla. Fusión de estilos. Concebida como un minarete, ejerce hoy también esa función: la de velar que nada pase en la ciudad. De día o de noche, desde cualquier punto de la ciudad, despunta sobre el resto de edificios. No sería de recibo olvidarse de los marcos incomparables que ofrece la capital andaluza. Entre ellos destacan los Reales Alcázares, el Patio de los Naranjos, el Patio de Banderas, los Jardines de Murillo, la Real Fábrica de Tabacos (sede de la Universidad), el Parque de María Luisa con su peculiar microclima, la monumental Plaza de España de González y Álvarez-Ossorio, el Palacio de San Telmo, la Torre del Oro y la Real Maestranza.
Sevilla es símbolo de una cultura que aún arrastramos. Puerto del mundo, fusión de artes y estilos: sede de lo que fue y de lo que será. Una ciudad que alberga lo antiguo y lo cosmopolita. Un río la baña, la divide y la rodea, y, a su vez, genera riqueza. Sevilla vende porque sabe venderse. Y es ese color (valga el tópico) tan peculiar es el que la hace tan sumamente especial.
Juanjo Madrigal
Minireportaje
Minireportaje
4 de abril de 2009, 21:04 Este comentario ha sido eliminado por el autor.
9 de abril de 2009, 12:23 La noche del Jueves se torna morada,
las altas estrellas enturbian su luz
y, como una sombra dulce y fatigada,
pasa el nazareno llevando la cruz.
De la mancha oscura que forma el gentío,
como entrecortada, sale una saeta…
El aire angustiado del escalofrío
mueve los naranjos de la plazoleta.
Negros penitentes cruzan por parejas…
Sus cirios se pierden en la lejanía;
y, entre rosa y nardo, penetra en las rejas
el hondo silencio de la cofradía.
Recibe un cordial saludo desde esta tierra.