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Cibercultura y periodismo

Se vende Sevilla

⊆ 20:37 by Juanjo Madrigal | ˜ 2 comentarios »


Hace un par de siglos, Prosper Mérimée paseó a su famosa Carmen por las angostas calles de Sevilla. Aquella ciudad que un día fue puerto de lo que se conocía como el Nuevo Mundo, es hoy punto de encuentro de culturas, arte y tradición. Tras el letargo del invierno, la ciudad ultima, a día de hoy, su Semana de Pasión.
En Sevilla confluyen calesas, gentío y operarios rematando los palcos de la carrera oficial. En la ciudad no ha lugar a las dudas: todo es color, sabor y aromas. Los naranjos, como los almendros, no dejan de parir minúsculas flores blancas que envuelven a la mágica ciudad en un halo de hechizo y misterio. Y es así como la antigua Hispalis vuelve a caer en la tentación de ofrecer una de las fiestas más atractivas de toda la geografía española. En las iglesias se ultiman los tronos. En las calles los atisbos de jolgorio se mueven de rincón en rincón. Sólo hay que pasear por Calle Sierpes, la famosa Campana o Plaza Nueva para descubrir que lo bueno está por llegar. Conveniente es el paseo que se ha de hacer a lo largo de la muralla de la Macarena, para llegar a la basílica y observar una de las bellezas escultóricas más veneradas en Sevilla por la controversia que surge al analizar los gestos de su cara. Ésta hace su estación de penitencia en la conocida madrugá del Jueves Santo.

Todo pasa y todo queda

Y como las cosas pasan, para observar el paso por la carrera oficial de los tronos está la Giralda: torre-campanario de la catedral de Sevilla. Fusión de estilos. Concebida como un minarete, ejerce hoy también esa función: la de velar que nada pase en la ciudad. De día o de noche, desde cualquier punto de la ciudad, despunta sobre el resto de edificios. No sería de recibo olvidarse de los marcos incomparables que ofrece la capital andaluza. Entre ellos destacan los Reales Alcázares, el Patio de los Naranjos, el Patio de Banderas, los Jardines de Murillo, la Real Fábrica de Tabacos (sede de la Universidad), el Parque de María Luisa con su peculiar microclima, la monumental Plaza de España de González y Álvarez-Ossorio, el Palacio de San Telmo, la Torre del Oro y la Real Maestranza.

Sevilla es símbolo de una cultura que aún arrastramos. Puerto del mundo, fusión de artes y estilos: sede de lo que fue y de lo que será. Una ciudad que alberga lo antiguo y lo cosmopolita. Un río la baña, la divide y la rodea, y, a su vez, genera riqueza. Sevilla vende porque sabe venderse. Y es ese color (valga el tópico) tan peculiar es el que la hace tan sumamente especial.



Juanjo Madrigal
Minireportaje


2 Responses to Se vende Sevilla

  1. Juanjo Madrigal Says:
    Este comentario ha sido eliminado por el autor.
  2. Reminiscencias de la copla Says:
    La noche del Jueves se torna morada,
    las altas estrellas enturbian su luz
    y, como una sombra dulce y fatigada,
    pasa el nazareno llevando la cruz.

    De la mancha oscura que forma el gentío,
    como entrecortada, sale una saeta…
    El aire angustiado del escalofrío
    mueve los naranjos de la plazoleta.

    Negros penitentes cruzan por parejas…
    Sus cirios se pierden en la lejanía;
    y, entre rosa y nardo, penetra en las rejas
    el hondo silencio de la cofradía.

    Recibe un cordial saludo desde esta tierra.

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